martes, 25 de marzo de 2008

Energía nuclear: The six million dollar man

“Steve Austin, astronauta. Su vida está en peligro, lo reconstruiremos. Poseemos la tecnología para convertirlo en un organismo cibernético, poderoso, superdotado…”
Esta famosa serie de los años 80, vislumbraba vagamente las potencialidades de la robótica y de los múltiples usos de la energía nuclear.

Las alternativas energéticas superan con creces a las existentes hace tan sólo 100 años, cuando el carbón constituía la principal fuente de energía. Eran en Chile los tiempos del auge de los Cousiño y de la fortaleza de los mineros de cara pintada, del gas grisú, de la ley de lámpara a lámpara y de las extensas caminatas bajo el fondo del mar de Lota (37°05’S, 73°09’O) para llegar al frente de explotación.

Las posibilidades de obtener energía hoy superan con creces las que se podían imaginar, hace algunos años: energía solar (fotovoltaica o térmica), hidráulica, térmica, mareomotriz, eólica, geotérmica; energía producto de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas), energías alternativas: biocombustibles (biodiesel, biogas, bioetanol).

Las diferencias en cuanto a la implementación de una fuente u otra, pasan necesariamente por un tema de costos. Vuelven aquí, al mundo real las acaloradas discusiones académicas referidas a “desarrollo versus protección ambiental”. Encontrar el punto de equilibrio debiese ser la clave.

Un tema interesante de abordar es el referido a la localización de las fuentes energéticas. Tan obvio como parece, pero es imposible pensar en energía hidráulica en el extremo norte del país; el carbón tiene localizaciones definidas en la costa de Arauco, Valdivia-Osorno o Magallanes; la energía eólica sólo es posible allí donde existe viento con la suficiente fuerza y frecuencia; la energía solar, allí donde permanezca la mayor insolación durante la mayor parte del año. Será acaso un tema a desarrollar la “especialización energética regional”?. Surge entonces el tema de la energía nuclear, dado su desarrollo científico y tecnológico y sus requerimientos específicos, podría localizarse… en cualquier parte?

Los sistemas eléctricos en Chile proveen de energía a sectores específicos: El Sistema Interconectado del Norte Grande (Arica-Antofagasta), el Sistema Interconectado Central (Taltal-Chiloé), Sistema Aysén (XI región), Sistema Magallanes (XII región)

Una de las ventajas importantes deducibles a partir de la extensión latitudinal de Chile, se refiere a las capacidades de distribución de energía eléctrica en un sentido Norte-Sur, con aportes transversales específicos, con más o menos MW de potencia, en el sentido Este-Oeste. Se encuentran así, por ejemplo, los aportes de las centrales hidroeléctricas de Ralco (640 MW, embalse) o Pangue (467 MW, embalse), de la Subestación Chacaya, de la central termoeléctrica de Mejillones (165,9 MW, carbón); o de la subestación Tocopilla de la central termoeléctrica de Tocopilla (160,3 MW, carbón); o los aportes del parque eólico en La Canela (18,5 MW, eólico), o de la central Renca (100,0 MW, gas-diesel).

A partir de este análisis se plantean dos elementos interesantes. Por un lado la diversificación energética, elemento importante desde el punto de vista de la defensa y de la disponibilidad y oferta de una fuente energética respecto de la otra. En segundo lugar que las necesidades energéticas debiesen ser cubiertas geográficamente; es decir, generar más energía allí donde más se necesita y no traspasar el costo de generación a otra área, esto en función de los impactos que se producen de la puesta en marcha de un sistema u otro en determinado lugar.







A partir del cuadro anterior se deduce que la distribución de población no es el elemento determinante en las necesidades energéticas del país. A ello debe sumarse la importancia relativa de las actividades económicas existentes y de sus actuales y futuros requerimientos.

Si bien el tema de la energía nuclear ha surgido en las discusiones del mundo público, no es un tema reciente. En el año 1975 la entonces Comisión Chilena de Energía Nuclear y la Empresa Nacional de Electricidad, presentaron el estudio “Incorporación de Centrales Nucleares al Sistema Eléctrico Interconectado”. Definiéndose con ello tres tareas fundamentales: la preparación de los estudios de prefactibilidad técnico-económica de con el objeto de incorporar centrales nucleares al sistema interconectado; la selección de sitios aptos para su instalación; y el entrenamiento y formación profesional.

El último informe de factibilidad de esa época, realizado por la Comisión Nacional de Energía, asumía un costo total de 831,4 millones de dólares del año 1978, para una central nuclear de 600 MW, considerando su puesta en servicio en el año 1984.

Desde otro punto de vista, a partir de 1975 se intensificó la prospección de uranio en Chile, como resultado de la Plan Nacional de Recursos Radioactivos del año 1974 y la firma de un acuerdo entre el gobierno, el PNUD y la Organización Internacional de Energía Atómica. Quedando enmarcado en un proyecto que definió varias áreas de prospección: Salar de Atacama; Copiapó-Los Loros; Vallenar La Serena; Combarbalá-La Ligua; Talca-Cauquenes; Concepción-Temuco y Valdivia Riñihue. Junto a ello, algunas empresas internacionales realizaron trabajos similares de prospección.

Seguramente el ojo biónico del “hombre nuclear” tendría bastante donde fijarse hoy en día.

Enlaces:
http://www.cne.cl
http://www.ine.cl
http://www.plataformaurbana.cl/archive/2008/03/13/crisis-energetica-fondos-para-las-energias-renovables-no-convencionales/
http://grupoingenergia.blogspot.com/

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